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lunes, 26 de diciembre de 2011

Grandes momentos en centros comerciales...


Esta mañana, 26 de diciembre, fui al fotógrafo de un centro comercial de Madrid, para hacerme unas fotos de carnet. El hombre, muy amable, me hizo las fotos, y me dijo:
- Vuelve en 5 min, que voy a prepararlas.

Así que me fui al baño... Me lavo las manos, me refresco la cara y…. adiós pendiente!!! Se coló por el lavabo!!!
Lejos de darme por vencida, me dije, si macgyver puede volar un edificio con dos cables y un chicle, yo recupero mi perla australiana salvaje.
Abrí el bolso, en busca de algún objeto que sirviese de destornillador… pero sólo tenía monedas. Eran demasiado gruesas para la ranura del tornillo del filtro del lavabo. Las tarjetas de crédito demasiado finas… Y no encontré nada más que pudiera servirme, pero claro, si salía del baño y alguien abría el grifo… adiós pendiente!!

De repente, entró una señora, y me dijo que tenía unas tijeras. Con las tijeras desmonté el filtro, intenté hacer pinza con los dedos para coger el pendiente, pero aunque lo tocaba, no me cabían dos dedos, y tuve miedo de que se fuese por el desagüe… me dije, ahora o nunca!!! Y desmonté todo el lavabo!!! Al sacar el tubo de abajo, se salió un poco de agua, pero también mi pendiente!!!! Recuperado!!!

Solo quedaba montar otra vez el lavabo, pero claro, no tenía cinta de teflón y había forzado la goma de la junta (si, lo sé, quien sale de casa sin cinta de teflón en el bolso??? Prometo que no volverá a suceder…) así que goteaba mínimamente. Cuando levanto la cabeza, tenía a dos tíos de seguridad detrás observando la operación (que no ayudando precisamente). Al ver que goteaba (mínimamente, insisto) uno de ellos montó en cólera. Me empezó a gritar, que claro, que desmontar muy fácil, pero que montar, que a ver ahora quien lo monta!! (se me ocurre que los de mantenimiento, no sé, llámame loca!) que no lo tendría que haber desmontado, que cómo se me ocurre, que no es mío, que no me puedo tomar estas libertades…

Me levanté despacio, me giré, con las manos, la cara, el pantalón y la camisa mojadas, le miré pupila con pupila, y muy lentamente me puse el pendiente en su correspondiente lóbulo. Cogí el bolso, devolví las tijeras a la señora, de nuevo miré al de seguridad y cuando noté que iba a empezar de nuevo a vociferar, le dije con mi voz más dulce:

-          Muchas gracias por su ayuda, por favor, no olvide poner un cartel de “No funciona” en el lavabo, y si es tan amable, pase el aviso a mantenimiento.

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